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Productores de Atlixco dan vida a la flor de muerto

La mañana aclara lentamente en Atlixco. Los primeros rayos del sol iluminan los campos cubiertos de cempasúchil y terciopelo, que forman un tapete natural y dorado al pie del imponente Popocatépetl.

Productores de Atlixco dan vida a la flor de muerto
Nancy, productora y vendedora de flor de temporada en el valle de Atlixco, Puebla.

Los campos cubiertos de cempasúchil y terciopelo lucen como tapetes naturales al pie del Popocatépetl

Atlixco, Pue.
—La mañana aclara lentamente en Atlixco. Los primeros rayos del sol iluminan los campos cubiertos de cempasúchil y terciopelo, que forman un tapete natural y dorado al pie del imponente Popocatépetl. El aire huele a tierra húmeda y flor recién cortada. Es finales de octubre, y con ello, comienza una de las temporadas más esperadas del año: la venta de la flor de muerto.

Desde muy temprano, la señora Nancy y su esposo llegan al borde de la carretera federal que conecta Puebla con Oaxaca, Morelos y Guerrero. Originarios de San Juan Tejaluca, en el mismo municipio de Atlixco, llevan semanas preparando este momento. Durante dos meses cultivaron sus flores, y ahora se instalan junto a la vía para ofrecer su cosecha a los viajeros que, año con año, hacen una parada obligada para comprar las flores con las que adornarán altares y panteones en el Día de Muertos, una de las celebraciones más emblemáticas de México.

No están solos. En la Plaza del Productor, ubicada en la junta auxiliar de Santa Rita, cientos de campesinos y comerciantes se reúnen también para iniciar la venta de temporada. Es la época más fuerte económicamente para la región, donde cada rollo de cempasúchil se ofrece entre 50 y 80 pesos, mientras que la maleta —ese gran manojo que apenas se puede abrazar con ambos brazos, equivalente a unos tres chongos— alcanza precios de hasta 150 pesos, dependiendo del tamaño y la calidad.

“Nosotros como somos productores por eso tenemos en 70 pesos, lo que es el chongo, si quieren maleta es de 150 pesos (…) tenemos la que es alelí, argentina, la tradicional que es amarilla y terciopelo”, explica Nancy, mientras su esposo acomoda los manojos de flores que ya comenzaron a vender aunque no le ha dado tiempo ni de terminar de instalarse.
Area cosechada, con flor dejada para semilla del pròximo año.

Hay para todos los gustos: las flores tradicionales, de pétalo largo y aroma intenso, y la nueva variedad “China”, cultivada en maceta. Esta última tiene pétalos más pequeños y casi sin olor, más decorativa que ceremonial, pero igualmente presente en los altares modernos.

En Atlixco, algunos agricultores siembran directamente, mientras otros revenden, pero todos comparten el mismo objetivo: satisfacer la alta demanda de compradores que se extiende desde mediados de octubre hasta el 2 de noviembre. Familias enteras, como la de Nancy, madrugan cada día para vender su cosecha, mientras que los revendedores buscan al menos recuperar lo invertido.

Según datos de la Secretaría de Desarrollo Rural del Gobierno del Estado de Puebla, el estado se mantiene como líder nacional en la producción de flor de cempasúchil y terciopelo. Puebla concentra el 72 % de la producción nacional de cempasúchil, con más de 15 mil toneladas de flor de corte, valuadas en más de 99 millones de pesos. Para la temporada 2025, se sembraron más de un millón de macetas destinadas a la venta. En cuanto al terciopelo, la producción superó los 220 mil manojos.

Así, entre el color anaranjado del cempasúchil y el rojo profundo del terciopelo, Atlixco se reafirma como el corazón florido de Puebla. Cada flor vendida lleva consigo no solo el esfuerzo de los productores, sino también la esencia de una tradición que, año con año, mantiene viva la memoria y el alma de México.

Felipe Ponce Mecinas
Felipe Ponce Mecinas

Columnista, corresponsal, editor y director de medios desde 1999. Premio estatal de periodismo por Nota (2014) y Crónica (2015). Subdirector de Exilio.MX y director de Quinceminutos.MX.